Si tuviera que elegir mi centro de gravedad en este momento
elegiría, sin duda, el silencio de mi mente.
La mente tiene su propio concepto y la mayoría de las veces
no coincide con la manera en que el resto del cuerpo
los lleva a la práctica.
La mente juega con su particular sonido
y siempre hace lo que quiere,
siempre encuentra en el murmullo la mejor manera
de generar nuestros propios demonios.
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