lunes, 1 de abril de 2019

Hice todo (pero sin duda cambié)


Hice todo,
estuve para quien lo merecía, para quien no tanto,
comprometí mis pensamientos en MI JUSTA CAUSA, luché por ellos,
amé, sufrí y volví a amar,
sigo entregándome al amor con la misma locura de saber que todo puede salir mal…
pero también puede salir bien.
Acompañe y me he acompañado en procesos de oscuridad,
me he criticado con dureza sin ser necesario,
critiqué con dureza sin derecho y sin medir las consecuencias.
Me desilusioné de la vida, de la amistad, de los trabajos, de las personas que vienen y se van,
fui una persona triste, inestable, rezongona, nada me satisfacía ni conformaba.

Sin duda cambié.

Hoy se ser feliz porque me doy cuenta que esto que soy es producto de mis propias decisiones, correctas e incorrectas.
Relego cosas para ganar otras,
limpio mi vida,
he dejado personas y sentimientos muy fuertes en el camino,
decido con quién y cómo pasar mi tiempo, cómo y en dónde trabajar.

Me falta muchísimo camino por recorrer,
me falta aún cuidarme a mí,
a mi cuerpo, por ejemplo, es una gran deuda pendiente que no termino de aprender.
Sin embargo, ahora, soy feliz todos los días… cada día.
Agradezco ser una persona que lucha por ser fiel a sí misma,
agradezco cada día que sale el sol porque sé que algo totalmente bueno pasará
sea grande o chiquito,
pero seguro pasará y hará que el día vivido haya valido la pena,
que marque la diferencia.

Hice todo y sigo haciendo,
claro que sigo cometiendo errores, pero por lo menos ya no son culpa de otro,
ahora medito y pienso que todo lo que pasa sale de mí,
ahora mido esas consecuencias con responsabilidad,
con la responsabilidad y el respeto que conlleva vivir y ser fiel a uno mismo.